A OUTRA ENTRADA DA CASA

Justo en la puerta del despacho, del lado de la puerta que va al exterior, puedes ver un mueble con un espejo y con un manojo de bastones. Eran de Ramón Otero Pedrayo. Parece ser que, en 1929, el día que debía leer su discurso de ingreso en la Real Academia Gallega, el escritor fue a dar un paseo a la Torre de Hércules, en A Coruña. Lo llevó un taxista quien, en un despiste, dejó el coche sin frenar. El vehículo comenzó a coger velocidad por la pendiente, en dirección al mar, y Otero y su esposa tuvieron que saltar de él en marcha. En aquel accidente se dañó en una pierna y de mayor se resintió siempre de ella.

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