Santa Eulalia de Erill la Vall

La iglesia de Santa Eulalia de Erill la Vall se ubica en el corazón del valle de Boí, dentro del término municipal del mismo nombre, en la comarca de la Alta Ribagorza, en Lérida. Forma parte del destacado conjunto de iglesias construidas en estilo románico lombardo durante los siglos XI y XII, una corriente arquitectónica que llegó desde el norte de Italia y se adaptó perfectamente a los materiales y condiciones de esta región pirenaica. Santa Eulalia es una de las más representativas de este estilo, no solo por su arquitectura, sino también por su elegancia y verticalidad.

Al igual que las demás iglesias del valle, esta parroquia estuvo vinculada al obispado de Urgel, que jugó un papel clave en la consolidación cristiana del territorio. Las investigaciones arqueológicas y arquitectónicas realizadas en el templo han permitido reconstruir su evolución constructiva con notable precisión, confirmando que fue edificada en el primer tercio del siglo XII, aunque su historia comienza ya en el siglo XI. En 1962 fue declarada Monumento Histórico-Artístico y en 1982, Bien de Interés Cultural. En noviembre del año 2000, pasó a formar parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, junto al resto de iglesias románicas del Valle de Bohí.

El edificio presenta una planta de nave única, larga y estrecha, con una cabecera que adopta la forma triconque, es decir, tres ábsides dispuestos en forma de trébol: uno principal y dos absidiolos laterales, situados como brazos de un incipiente crucero. En su origen, la nave estaba cubierta por una techumbre de madera, aunque en el siglo XII fue reemplazada por una bóveda de cañón continuo que requirió el refuerzo de los arcos torales. La puerta de acceso se abre en el muro norte; es de medio punto, con dovelas que conservan restos de policromía en el intradós, evidencia de la antigua decoración mural.

Uno de los elementos más destacados del conjunto es la torre campanario, adosada posteriormente a la nave. Se trata de una esbelta estructura de seis cuerpos, claramente diferenciados mediante impostas formadas por arquillos ciegos y esquinillas, un rasgo típico del románico lombardo. Las ventanas geminadas se abren en sus niveles superiores, contribuyendo a su elegancia formal. Esta torre sigue el canon estructural propio de los minaretes, donde la altura equivale al perímetro de la base, una proporción que proporciona equilibrio visual. A su lado se añadió también un pórtico abierto, de arcos de medio punto apoyados sobre columnas, que otorga una dimensión más ceremonial al ingreso del templo.

Durante las excavaciones realizadas en el interior de la iglesia se recuperaron numerosos elementos arquitectónicos originales, como fragmentos de cornisas, bases de columnas y una pila bautismal troncocónica hecha en mortero de caliza. En el coro se ha instalado una exposición permanente donde se pueden contemplar algunas de estas piezas, contextualizadas con información sobre las distintas fases constructivas del edificio.

Uno de los tesoros más significativos asociados a Santa Eulalia es el célebre grupo escultórico del Descendimiento de Erill la Vall. Esta obra maestra de la imaginería románica catalana fue descubierta a principios del siglo XX y está compuesta por siete figuras talladas en madera de álamo: Cristo descendido de la cruz, los dos ladrones, José de Arimatea, Nicodemo, la Virgen María y San Juan Evangelista. Las esculturas estaban originalmente dispuestas sobre una gran cruz central, como parte de una representación escénica del drama de la Pasión, probablemente expuesta durante fechas litúrgicas específicas. Las figuras, de gran expresividad y detallado trabajo en los pliegues de las vestimentas, revelan la calidad técnica y la carga simbólica de la escuela escultórica local, vinculada a la baronía de Erill.

Este conjunto se enmarca dentro del auge que experimentó la escultura románica en Cataluña durante el siglo XII, especialmente en las zonas pirenaicas. Muchas de estas obras se realizaron bajo la protección de grandes señores locales y prelados como san Ramón, obispo de Roda. Coincidiendo con este florecimiento escultórico, en las iglesias del valle también se realizaban espléndidas decoraciones murales al fresco, como las que se conservan en las iglesias de Taüll.

Además del Descendimiento de Santa Eulalia, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña se conservan otras tallas procedentes de diferentes iglesias del valle: un grupo incompleto y de menor tamaño del Descendimiento de Santa María de Taüll, una gran imagen de la Virgen de la misma iglesia, un conjunto escultórico similar proveniente de Durro y una talla de San Juan Evangelista. Todas estas piezas constituyen un valioso testimonio del arte románico catalán y de la intensa actividad artística de la zona durante la Edad Media.

Los estudios arqueológicos revelan que el templo atravesó varias fases constructivas. La primera, a comienzos del siglo XI, consistía en una nave más corta que la actual, rematada en una cabecera triconque. En una segunda fase, se amplió la nave hacia el oeste y se construyó la actual portada románica en el muro norte. En el siglo XII, la techumbre de madera se sustituyó por una bóveda de piedra, lo que exigió reforzar la estructura interna. Finalmente, se añadieron la esbelta torre campanario y el pórtico norte, completando así la imagen que hoy podemos admirar. La iglesia de Santa Eulalia de Erill la Vall se mantiene como una de las mejores muestras del románico lombardo en el Pirineo catalán, tanto por su arquitectura como por las excepcionales obras de arte que alberga.

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