San Juan de Boí

La iglesia de San Juan de Bohí es un templo rural de pequeñas dimensiones situado en la localidad de Boí, en el corazón del valle homónimo, en la provincia de Lérida, Cataluña. Esta iglesia forma parte del conjunto de edificaciones religiosas construidas en el Valle de Boí durante el periodo románico, y se cree que fue obra de los mismos talleres de constructores que participaron en la edificación de las demás iglesias de la zona. Su estilo arquitectónico corresponde al románico lombardo, con características propias que lo distinguen dentro del panorama artístico catalán.

El templo fue reconocido como Monumento Histórico-Artístico en 1962, y más adelante, en el año 2000, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, junto al resto de iglesias románicas del Valle de Boí. Este conjunto constituye uno de los testimonios más valiosos de la arquitectura religiosa románica en Europa, tanto por su estado de conservación como por su unidad estilística.

La iglesia presenta una planta basilical de tres naves, con cubierta de madera a dos aguas, un ábside principal y dos absidiolos laterales. Esta distribución responde a los modelos tradicionales del románico rural. En su origen, los muros interiores y exteriores estaban decorados con pinturas al fresco atribuidas al llamado Maestro de Bohí, un pintor anónimo cuya obra destaca por su expresividad y por el uso del color. Para su mejor conservación, estas pinturas fueron trasladadas al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), donde hoy se encuentran expuestas, mientras que en la iglesia se pueden ver reproducciones.

La torre campanario de la iglesia, de planta cuadrada y construcción vertical, también es representativa del estilo lombardo. Sin embargo, sufrió importantes daños a causa de un incendio en el siglo XIII, lo que provocó la destrucción de sus tres cuerpos superiores. En la actualidad, se conservan los tres cuerpos inferiores, decorados con elementos típicos como arquillos ciegos, frisos de esquinillas y ventanas geminadas separadas por columnillas. Las zapatas de estas columnas están dispuestas perpendicularmente respecto al muro, un rasgo distintivo del estilo. Las proporciones de la torre siguen el canon característico de los minaretes islámicos, en el que la altura equivale al perímetro de la base, dotando a las torres del valle de una apariencia esbelta y armónica.

Las pinturas murales originales abordaban temas bíblicos de gran fuerza simbólica, como las profecías del libro de Daniel o el martirio de San Esteban, considerado el primer santo cristiano asesinado por su fe. También se incluía la figura de un animal fantástico que sostiene una flor de lis en la boca, ubicado en el muro norte, cuya iconografía ha dado lugar a diversas interpretaciones.

Además de las pinturas, el MNAC conserva varias tallas románicas de madera procedentes de esta iglesia. Entre ellas destacan cuatro figuras que formaban parte de un antiguo grupo escultórico del Descendimiento de Cristo, atribuido a la escuela de Erill-la-Vall. También se conserva un frontal de altar pintado del siglo XIII, dedicado a San Pedro, que refleja la riqueza decorativa y la importancia litúrgica del mobiliario religioso en el románico catalán.

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