San Félix de Barruera

La iglesia de San Félix de Barruera se encuentra en la localidad homónima, que ejerce de cabecera del valle de Boí, en la comarca de la Alta Ribagorza, en la provincia de Lérida. Este templo, dedicado a San Félix (Sant Feliu, en catalán), es uno de los ejemplos destacados del románico lombardo en el valle, y forma parte del conjunto de iglesias románicas catalanas del Valle de Bohí, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000.

A diferencia de otras iglesias del valle situadas dentro de los cascos históricos, San Félix se encuentra ligeramente apartada del núcleo antiguo del pueblo, hacia el sudeste, en la partida conocida como les Gavarreres. Hoy en día, una carretera moderna separa la iglesia del centro de la localidad, marcando un contraste entre el pasado románico y el presente urbano.

Los orígenes del templo se remontan al siglo XI. Las primeras menciones documentales aparecen en fuentes indirectas relacionadas con el monasterio de Lavaix, especialmente en escrituras de los años 1072 y 1103, que aluden a dotaciones o propiedades vinculadas a la iglesia. No será hasta el siglo XIV cuando se disponga de referencias directas y continuadas, que evidencian el papel central del templo en la vida religiosa y comunitaria del valle.

Durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna, San Félix aparece con frecuencia en la documentación local, en relación con una peculiar organización eclesiástica propia del valle: el sistema de co-rectores. Este modelo establecía que solo los sacerdotes nacidos en el valle podían aspirar a ejercer funciones parroquiales, previa presentación de su candidatura por parte de los concejos locales ante el obispo. Podía haber varios co-rectores a la vez, todos compartiendo por igual las rentas eclesiásticas. En caso de no haber aspirantes del valle, los concejos contrataban vicarios externos, que no disfrutaban de los mismos derechos. La función de párroco recaía en uno solo de los co-rectores, que se turnaban anualmente en el cargo pastoral, reforzando así la dimensión comunitaria de la vida religiosa.

La iglesia de San Félix fue construida en el siglo XI, aunque ha sido objeto de múltiples intervenciones a lo largo del tiempo. En la década de 1970 se emprendió una restauración integral con el objetivo de devolver al edificio su configuración original: se demolió la sacristía añadida en el lado norte, se liberó la cabecera románica oculta por reformas posteriores, se modificaron las cubiertas, se eliminó una capilla del lado sur, se reconstruyó la cubierta del ábside meridional, se repicó la fachada y se consolidó el campanario.

En cuanto a su arquitectura, el templo presenta una sola nave cubierta por una bóveda de cañón ligeramente peraltada, dividida en tres tramos. El presbiterio se define mediante un doble arco triunfal, sostenido por ménsulas en lugar de pilares. El ábside principal, orientado al este, es semicircular y está decorado con los característicos motivos lombardos: grupos de arcos ciegos separados por lesenas. En su cuerpo se abren tres ventanas de doble derrame. El ábside sur, incorporado poco después de la construcción original, presenta un diseño exterior liso y dos ventanas de un solo derrame. Frente a él se construyó un tramo de transepto, con la intención de configurar una planta en cruz latina, aunque el brazo norte nunca se desarrolló plenamente. Lo que hoy se conserva en ese lado es una capilla moderna, que no guarda relación estructural ni estilística con el conjunto original.

Algunos estudios han planteado que el diseño inicial de la iglesia pudo haber sido más ambicioso, siguiendo el modelo de los templos de Taüll o Boí. Sin embargo, por motivos desconocidos, el proyecto quedó inconcluso o fue alterado profundamente a lo largo de los siglos, resultando en una planta irregular y parcialmente transformada.

El campanario se sitúa en el ángulo suroeste de la iglesia. A diferencia de las altas torres lombardas de Erill la Vall o Taüll, este es un campanario más sencillo y compacto, de planta cuadrada y tres niveles. Su decoración se limita a molduras horizontales que marcan los distintos pisos. En los dos cuerpos superiores se abren ventanas de medio punto, una por fachada, que permiten la salida del sonido de las campanas.

La entrada principal se localiza en la fachada oeste, protegida por un pórtico abierto a modo de porche. Este se abre al sur y al oeste mediante arcos de medio punto, mientras que el lado norte permanece cerrado debido al desnivel del terreno. La puerta románica presenta una estructura de medio punto, enmarcada por dos nervios moldurados y una moldura superior que actúa como guardapolvo. Aunque de factura románica, algunos elementos constructivos sugieren que esta puerta pudo haber estado situada originalmente en otro lugar del edificio, o que el nivel del suelo exterior fue modificado en alguna reforma posterior. Cabe recordar que, en la tradición románica, el acceso preferente a los templos solía estar orientado hacia el mediodía.

En conjunto, la iglesia de San Félix de Barruera constituye un ejemplo valioso del románico pirenaico, tanto por su arquitectura sobria como por su integración en la estructura eclesiástica y social del valle. Aunque modificada a lo largo del tiempo, mantiene elementos fundamentales de su diseño original y conserva su función como templo parroquial, integrando pasado y presente en un mismo espacio.

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