La Natividad de Durro

La iglesia de la Natividad de la Virgen se sitúa en la pequeña localidad de Durro, en el valle de Bohí (Alta Ribagorza, Lérida), y constituye uno de los ejemplos más representativos del románico rural catalán. Construida en el siglo XII, es contemporánea de las iglesias de Taüll, Boí y Erill la Vall, y se cree que fue levantada por los mismos talleres o maestros constructores que trabajaron en el conjunto monumental del valle.

La relevancia arquitectónica e histórica de esta iglesia fue reconocida en 1992, al ser declarada Bien de Interés Cultural, y posteriormente, en el año 2000, fue incluida en la declaración del conjunto de Iglesias románicas catalanas del Valle de Boí como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Durante sus primeros años, la parroquia de Durro pertenecía al obispado de Roda, como muchas otras iglesias del Pirineo aragonés y catalán. Sin embargo, hacia 1140, tras la incorporación del valle de Bohí al condado de Pallars, se formalizó un acuerdo general mediante el cual todas las parroquias del valle pasaron a la jurisdicción del obispado de Urgel. Esta reorganización eclesiástica está bien documentada en los archivos parroquiales y en el fondo documental de la catedral de la Seu d’Urgell.

En documentos de finales del siglo XIV, concretamente de 1399, se mencionan estructuras clericales que también aparecen en otras iglesias del valle, como la existencia de co-rectores, vicarios y beneficiados. Esta forma de organización garantizaba una estrecha relación entre el clero y las comunidades locales, reflejando la autonomía espiritual y territorial del valle.

La iglesia presenta una sola nave, alargada y dividida en cuatro tramos, cubierta con bóveda de cañón continuo que se apoya en arcos fajones. La fábrica del edificio, compuesta por sillares bien escuadrados y dispuestos en hiladas regulares, revela la intervención de canteros experimentados.

Originalmente contaba con un ábside semicircular decorado externamente con los característicos elementos lombardos: arquillos ciegos y bandas de esquinilla. Sin embargo, este ábside se derrumbó en época indeterminada, siendo sustituido por la actual sacristía, que ocupa su emplazamiento.

Uno de los elementos más destacados del edificio es el porche del lado sur, adosado al muro meridional, que cobija la puerta de acceso. Este porche, añadido en la segunda mitad del siglo XII, se abre mediante arcos de medio punto orientados al sur y al oeste. La portada románica, también de medio punto, presenta dos arquivoltas apoyadas en columnas con capiteles decorados, aunque bastante deteriorados, que muestran motivos vegetales y animales. Un guardapolvo de ajedrezado rodea las arquivoltas, y en la clave del arco se sitúa un crismón dentro de un cuadrado, flanqueado por dos pájaros afrontados y dos figuras animales —posiblemente un león y un buey— entre elementos vegetales. Esta iconografía sigue los cánones del simbolismo románico.

La torre campanario se levanta en el ángulo noreste del edificio y responde a las proporciones típicas del valle: altura igual al perímetro, siguiendo un canon derivado de modelos orientales, como el de los minaretes. La torre, de planta cuadrada, consta de cinco pisos separados por impostas decoradas con arquillos ciegos y esquinillas, y se asienta sobre un zócalo sin ornamentación. Aunque muchas de sus ventanas están actualmente tapiadas o modificadas, se cree que originalmente eran geminadas, al estilo de otras torres de la zona. El último nivel está cubierto por un tejado de pizarra.

A lo largo de los siglos, el templo fue ampliado y modificado en varias ocasiones. En el siglo XIII se construyó una nueva bóveda y se sustituyó parte del ábside original por una nave transversal que sobresale en el lado sur, modificando el volumen del edificio. Posteriormente, en época gótica, se añadieron dos capillas en el muro norte, ambas con bóvedas apuntadas. En una de estas capillas se conserva un retablo del Rosario del siglo XVII y, en la otra, el del Santo Cristo, fechado en el siglo XVIII.

Asimismo, la capilla de San Juan fue cubierta con una cúpula y enriquecida con un retablo también del siglo XVIII. El retablo mayor, de estilo más moderno, corresponde al siglo XIX y alberga imágenes de la Virgen María, San José y San Joaquín, reforzando la continuidad del culto a lo largo de los siglos.

La iglesia albergó en su día un conjunto escultórico en madera representando el Descendimiento de la Cruz, muy cercano estilísticamente al conservado en la iglesia de Erill la Vall, obra maestra del arte románico del siglo XII. Desgraciadamente, el conjunto fue destruido en gran parte durante los disturbios previos a la Guerra Civil Española, en 1936. Solo se conserva la figura de la Virgen, actualmente expuesta en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), junto con una fotografía del Cristo desaparecido. En el interior de la iglesia se exhibe la imagen de Nicodemo, testimonio del conjunto original.

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