La historia de sus frescos

A comienzos del siglo XX surgió un notable interés por el estudio y la catalogación de las pinturas murales románicas presentes en las iglesias del Valle de Boí. Estas obras, hasta entonces poco conocidas fuera del ámbito local, comenzaron a atraer la atención tanto de especialistas en arte como de personas movidas por intereses comerciales. En el año 1907, el valle fue incluido en el recorrido de la Misión Arqueológico-Jurídica a la frontera de Aragón, una iniciativa impulsada por el Instituto de Estudios Catalanes con el propósito de proteger el patrimonio artístico de Cataluña. Esta expedición, formada por destacados intelectuales como Josep Puig i Cadafalch, Guillem Marià Brocà, Josep Gudiol, Josep M. Goday y Adolf Mas, se encargó de investigar, documentar y clasificar gran parte de las iglesias de la zona.

Entre 1905 y 1909, la Junta de Museos de Barcelona realizó copias fieles de los frescos del Pirineo catalán, cuya posterior publicación despertó el interés del mundo del arte a nivel nacional e internacional. Esta difusión generó una fuerte demanda de estas obras, especialmente por parte de museos y coleccionistas privados, lo que provocó la compraventa de numerosas piezas a través de intermediarios. A partir de 1919, muchas de estas pinturas acabaron en colecciones y museos, en particular de Estados Unidos.

Sin embargo, el caso del pueblo de Taüll supuso una excepción significativa. La comunidad local se opuso firmemente a la salida de sus obras artísticas, especialmente los frescos, logrando involucrar en su defensa a la Mancomunidad de Cataluña y al obispado de Seo de Urgel. Gracias a esta intervención conjunta, se llegó a la conclusión de que las pinturas estarían más seguras en un entorno controlado, y se decidió trasladarlas al museo de Barcelona para su conservación. Para ello, se contrató un equipo de restauradores italianos, que se encargó de extraer cuidadosamente las pinturas de los muros y, en algunos casos, de realizar reproducciones en los lugares originales.

Desde entonces, las pinturas románicas de Taüll conservadas en el museo adquirieron renombre y despertaron el interés de historiadores y expertos en arte. Esto impulsó el estudio sistemático del conjunto de pinturas murales de las iglesias del Valle de Boí. En la actualidad, la mayor parte de estas obras se encuentran resguardadas en instituciones como el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y el Museo Episcopal de Vic, donde se conservan y exhiben como piezas fundamentales del patrimonio románico europeo.

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