Molinos del Guadalquivir

Los molinos del Guadalquivir en Córdoba son once construcciones hidráulicas medievales distribuidas a lo largo del cauce del río a su paso por la ciudad. Declarados Patrimonio Histórico Andaluz en 2009, representan un valioso legado arquitectónico y tecnológico, con distintos grados de conservación. Algunos han sido restaurados con fines culturales y turísticos, como el molino de la Alegría, que hoy alberga el Museo de Paleobotánica en el Real Jardín Botánico de Córdoba.

Los molinos se llaman Albolafia, Alegría, Carbonell, Casillas, Enmedio, Lope García, Martos, Pápalo, San Antonio, San Lorenzo y San Rafael.

El molino de la Albolafia, situado junto al Puente Romano, tiene origen romano y fue destinado a la producción de harina. El molino de Pápalo, ubicado aguas abajo del mismo puente, casi oculto por la vegetación de los Sotos de la Albolafia, es también conocido como molino de Téllez o molino de Don Tello. El molino de Enmedio, también cubierto por vegetación, se encuentra en el centro del cauce y ha sido conocido como molino de las Monjas de Jesús y María. El molino de San Antonio, en la margen izquierda del río, fue usado en su última etapa para la molienda de harina para el ejército y posteriormente como astillero de barcas; comenzó a restaurarse en 2007 junto con el Puente Romano y la Torre de la Calahorra.

El molino de la Alegría está situado en la margen derecha del Guadalquivir, integrado en el Jardín Botánico, y también se ha conocido como molino de Cucarrón o de los Regulares de la Compañía. Tiene tres salas paralelas dedicadas a la molienda y una fachada de tres plantas, con base de piedra y pisos superiores de ladrillo del siglo XIX. El molino de San Lorenzo, o molino de Hierro, está en la margen izquierda, junto al cordel de Écija. Su estructura principal es cuadrada, con bóveda esquifada y paso de agua cubierto con bóveda de cañón. El molino de San Rafael, contiguo al anterior, tiene tres naves con bóvedas de cañón en los laterales y bóveda esquifada en la central, y también ha sido llamado molino de las siete piedras.

El molino de Martos, también documentado como aceña o noria de tiro entre los siglos XIII y XVIII, fue reformado entre 1550 y 1555 con un nuevo sistema hidráulico de regolfo, y en 1559 pasó a ser batán. Desde 2003 se ha trabajado en su rehabilitación como Museo del Agua. El molino de Lope García, o de Amadeo, es el más alejado del centro urbano, situado en un meandro del río en la ribera derecha. Posee dos cuerpos separados por aliviaderos, con un total de nueve piedras distribuidas sobre fosos rectangulares. Su fábrica data del siglo XVI con restos medievales, y fue ampliado en el siglo XIX para uso industrial.

El molino de Carbonell, o de Santa Catalina, está cerca del anterior en la misma ribera. Se transformó en 1907 para albergar cilindros, y se usaron sus salas para moler harina y para la producción de alumbrado. El molino de Casillas, situado varios kilómetros aguas abajo, fue documentado desde 1559 y perteneció a la familia Góngora y al duque de la Puebla. En 1895 fue transformado en central eléctrica, alterando gran parte de su estructura original, aunque conserva restos de sus salas medievales. La gran azuda que lo acompaña cruza el río.

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