El Teatro Romano de Cartagena permaneció oculto durante siglos bajo sucesivas capas de ocupación bizantina, andalusí y bajomedieval. Estas construcciones posteriores borraron su presencia en la memoria urbana, hasta el punto de que no se tenía constancia de su existencia. Paradójicamente, este largo período de ocultación permitió que una gran parte de su estructura original se conservara en buen estado, con hasta un 60% de los materiales primitivos enterrados y protegidos.
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