Fortaleza de La Mota

La fortaleza de La Mota, también conocida como castillo de Alcalá la Real,es un recinto defensivo, situado en el cerro de la Mota, datado en época nazarí (siglos XIII y XIV), aunque con algunos elementos anteriores.

Según algunos autores, la atalaya-castillo se erigió a principios del siglo VIII, por el mandatario granadino Badis Aben Habuz, como defensa frente a las correrías de las huestes de Baeza, que estaban asentadas en el cercano castillo de Locubín. Pero esto sucedió, en realidad, en el s. XI, en la época de las primeras taifas, en la que nació y murió el reino zirí bereber de Granada. Se sabe que antes, en 889, fue centro de una de las rebeliones muladíes contra el Califato de Córdoba y que, más tarde, tuvo un papel destacado en los enfrentamientos entre los almorávides y los reyes de taifas, época en que se refuerzan sus sistemas defensivos y se rodea todo el espacio habitado con una nueva muralla, levantándose una mezquita y un sistema complejo de acceso a la parte alta del cerro, con varias puertas controladas por torres albarranas.

En la época almohade sufrió los ataques de los bereberes norteafricanos por su rebelión manifiesta y su constitución en señorío independiente. Abd al-Málik ben Sa`id, su gobernador y jefe del clan familiar pagó con cárcel en Marruecos su rebeldía durante un corto tiempo, regresando más tarde libre y obediente a Alcalá. Tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), el castillo es objeto de diversos ataques que, según algunos autores, supusieron su paso a manos cristianas y musulmanas alternativamente. En esta fortaleza tuvo lugar el llamado Pacto de Alcalá, entre Alfonso X y Alhamar (1265), época en que estaba bajo control granadino.

Entre mediados del siglo XIII y el XIV, se organizó un sistema defensivo de atalayas-vigía que controlaba la línea fronteriza fijada en el Pacto de Jaén.

En 1340, Alfonso XI sitió la ciudad, que capituló vencida por el hambre, en 1341, pasando definitivamente a ser uno de los principales puestos fronterizos del Reino de Castilla frente al Reino nazarí de Granada. Hasta la caída de Granada, el castillo de La Mota tuvo generosas dotaciones de Castilla, realizándose algunas obras, como el levantamiento de la llamada "Torre Nueva". Sin embargo, una vez conquistada Granada, la fortaleza se abandonó gradualmente y todo el sistema defensivo "fue cayendo en el estado de incuria a que llegaría en el siglo XVIII, coincidente con el despoblamiento de la alcazaba por los arrabales del llano".

Ya en el siglo XIX, las fuerzas francesas acondicionaron y restauraron la fortaleza, construyendo un muro que iba desde el alcázar hasta la torre de la Cárcel, circundando la zona de ocupación, que incluía la iglesia Mayor abacial. En 1812, al terminar la Guerra de la Independencia, la iglesia Mayor, utilizada como almacén, fue incendiada, lo que provocó el desplome de parte de la bóveda, y se provocó la explosión del polvorín que albergaba la torre de la Cárcel, destruyendo gran parte de sus muros.

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