Convento de San Marcos

El convento de San Marcos es una de las grandes joyas de la arquitectura de la ciudad española de León junto con la catedral, la basílica de San Isidoro y la Casa Botines. Se encuentra hoy convertido en parador de turismo de España, además de iglesia consagrada y, antiguamente, Museo de León, siendo uno de los monumentos más importantes del Renacimiento español.

Los orígenes de este edificio se encuentran en el siglo XII, cuando en tiempos de Alfonso VII de León, su hermana, la infanta Sancha Raimúndez, en julio de 1152 realizó una donación destinada a la construcción de un modesto edificio a las afueras de la ciudad amurallada y a orillas del río Bernesga, en el cual pudieran hospedarse «los pobres de Cristo», convirtiéndose así en un templo-hospital para refugio de los peregrinos que realizaban el Camino de Santiago. Asimismo, el edificio fue la residencia principal en el reino de León de la Orden de Santiago.

En 1176 fue elegido el primer prior, y en 1184 recibió sepultura en su iglesia, Pedro Fernández de Castro, el primer maestre de la Orden de Santiago.

En el siglo XVI, el edificio medieval se hallaba en mal estado, por lo que se derribó y se realizó una nueva obra gracias a una donación de Fernando el Católico en 1514.

Los arquitectos designados para esta obra fueron: Juan de Orozco (iglesia), Martín de Villarreal (fachada) y Juan de Badajoz el Mozo (claustro y sacristía). Sin embargo, hasta bien entrado el reinado de Carlos I no se inició la nueva obra.

Se sabe que en 1537 se construyó el lienzo de la fachada principal del convento desde la entrada hasta la iglesia, que fue consagrada en 1541.

En los años siguientes, Orozco construye las esculturas de la fachada, se realiza el coro, y en 1549, Juan de Badajoz terminó la sacristía, en cuyo interior se emplaza actualmente el sepulcro, con estatua orante, del Obispo Juan Quiñones de Guzmán, obra escultórica atribuida a Esteban Jordán.

Los trabajos fueron suspendidos en 1566 por el traslado de la comunidad a Calera y luego a Mérida, pero el regreso de los frailes a San Marcos en 1602 dio impulso a la continuación de la obra.

En 1615 se construyó la escalera y en 1679 se concluye la parte del claustro que aún faltaba.

Finalmente, entre 1711 y 1715 se realiza una gran ampliación del edificio, levantándose otro lienzo que va desde la entrada principal hacia el río, hasta rematar en la torre palaciega. Este nuevo lienzo imita perfectamente el construido en el siglo XVI, no notándose apenas diferencia artística entre ambas mitades de la fachada.

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